18 Ago Los animales, la mejor terapia
Me parece muy interesante hablar esta semana sobre la terapia asistida con animales (TAA), este tipo de tratamiento terapéutico es una modalidad de terapia en la que un animal, que cumple determinados criterios, forma parte integral del proceso. Este tipo de terapia no farmacológica está dirigida por un profesional de la salud quien marca los objetivos específicos de tratamiento. Su propósito es fomentar la mejoría en el funcionamiento físico, social, emocional y/o cognitivo de las personas (Tucker, 2004).
Durante más de veinte años la investigación ha conferido apoyo al uso de TAA en pacientes con deterioro cognitivo. Para las personas con demencia, la interacción con un animal puede mejorar la memoria a corto plazo y la comunicación (Tyberg y Frishman, 2008), así como activar la memoria a largo plazo (Laun, 2003). La presencia de un perro en la terapia puede reducir la agitación y la agresividad, al tiempo que favorece las conductas sociales entre los pacientes con demencia (Filan y Llewellyn-Jones, 2006). En el estudio de McCabe y Baun en 2002 se analizaron conductas problemáticas en pacientes con demencia en una residencia, se observó una disminución significativa de dichas conductas tras la introducción de un perro en la institución.
Las demencias se caracterizan por el desarrollo de múltiples déficits cognitivos, entre los que destacan el deterioro de la memoria, alteración del lenguaje, deterioro de las capacidades motoras y alteración de las funciones ejecutivas, entre otras. (Ridruejo P., 2006). El deterioro cognitivo provoca dificultades a la hora de comprender la información recibida y de poder expresar de forma adecuada lo que la persona quiere transmitir, esto a su vez, causa agitación y estrés. Cuando interaccionamos con un animal no es imprescindible la utilización del lenguaje para poder comunicarse con él, cobra mayor importancia el plano emotivo- emocional y el lenguaje no verbal, lo que ayuda a mitigar el estrés y reducir la ansiedad (Comunicaciones IV Congreso Internacional, 1999).
Los animales no tienen el poder de curar, pero a través de su afecto y amor incondicional, favorecen la relajación, la estabilidad y ayudan a afrontar las situaciones críticas con mayor serenidad. Los animales devuelven la sonrisa a una persona deprimida; estimulan el carácter social de una persona tímida y con problemas afectivos; disminuyen la agresividad; pueden ayudar a bajar la presión arterial a los hipertensos y a relajar a las personas nerviosas. La presencia de un animal transmite sensación de seguridad, ayuda a que aflore la sonrisa y a que mejore el humor.
En lo últimos años se está utilizando este tipo de terapia o se fomenta la acogida de animales de compañía en residencias para aliviar los sentimientos de soledad, depresión y aburrimiento de los residentes. Como se observa en el estudio de Cusack O. (2008) tras la convivencia con un perro en la residencia, algunas personas mejoraron su habilidad de interaccionar y comunicarse con otros residentes y con el personal. El animal se convirtió en motivo cotidiano de conversación y comentarios por parte de los residentes. Esta práctica confiere una nueva dimensión de hogar, de familiaridad y de calor a la vida de la residencia.
Estos pequeños cambios tienen importancia dentro de la residencia ya que no sólo cambia la dinámica del centro sino que también aportan una vitalidad que activa muchos aspectos del día a día, los cambios que repercuten a nivel emocional son difíciles de medir pero sí que se pueden percibir en los residentes (Comunicaciones IV Congreso Internacional, 1999).
Las intervenciones no farmacológicas cada vez son más amplias y novedosas, estas intervenciones sirven para dar apoyo y soporte a las personas que las necesitan. La terapia asistida con animales puede contribuir a mejorar el bienestar y calidad de vida de las personas mayores de diversas formas.
Ana Herrero Fidalgo
Psicóloga
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