Innovando en la supervisión a los residentes sin suficiente competencia
Enero 2013 – Octubre 2014
Las personas con deterioro cognitivo, ya sea en mayor o menor medida, presentan un menoscabo sobre sus capacidades personales. Nos encontramos en el día a día, especialmente con aquellas con mayor grado de deterioro, situaciones que incapacitan al residente para tomar decisiones seguras y en consecuencia, en la mayor parte de las veces, deben ser tomadas subsidiariamente por terceros por falta de competencia. Es aquí donde el profesional sanitario de una residencia de ancianos realiza la mayor parte de su labor; cubre aquellas deficiencias en la toma de decisiones que los residentes tienen, es a lo que llamamos «el primer cuidado debido». Así pues, y para llevar a término esta suplementación de lo que al residente le falta, es necesaria la constante presencia física del profesional que palia en el otro, como si de una prótesis humana se tratara, lo que a éste le falta.
De esta forma partimos de la premisa de que el eje central del servicio que prestan los equipos sanitarios en residencias pasa por la relación que mantenemos con el enfermo y con su entorno. Dicha relación es necesaria e imprescindible, y para conseguirlo es condición sine qua non la presencia física del personal sanitario. Presencia que, de este modo, se convierte en la primera actividad que debemos poner en práctica para proporcionar todos los cuidados necesarios que el enfermo y su entorno requiere. Es desde este punto desde donde emanan todas las atenciones que al enfermo se le pueden proporcionar, estableciéndolo como el primer y más básico de todos los cuidados. Así, se podría entender como la piedra angular de la profesión sanitaria.
Todo ello cobra aun más sentido cuando hablamos de cuidar a personas dependientes con deterioro cognitivo que se encuentran institucionalizadas. Es en este caso en donde la presencia física del profesional sanitario cobra aún más sentido, si cabe, ya que la misma se convierte esencialmente en una presencia portadora de salud al actuar como complemento personal del otro, como hemos mencionado anteriormente.
Supervisión directa de los residentes con deterioro cognitivo, al menos, cada 35 minutos y durante las 24 horas del día (ver gráficas) y especialmente durante la noche. Dicha supervisión es realizada por profesionales sanitarios, o gerocultores, de forma presencial y demostrable a través del sistema de huella informática (ebutton) establecido en los cabeceros de las camas. De esta forma se logra supervisar directamente al residente, al menos, 20 veces en las 10 horas que permanece en la cama, garantizando la vigilancia constante de los mismos.
Los resultados de esta estrecha vigilancia son muy positivos y han sido fruto de un cambio profundo en nuestra cultura organizacional logrando realizar multitud de intervenciones tempranas aminorando las consecuencias y efectos no deseados, derivadas de conductas de riesgo en residentes con deterioro cognitivo.
GRÁFICAS