30 Mar Espíritu de la Semana Santa en la residencia
La Semana Santa es entendida en general como expresión de la piedad popular que se plasma en las procesiones con imágenes del Señor, de su santísima Madre, los apóstoles y algunos otros personajes relacionados con los misterios de la pasión y muerte de Jesús. Estas procesiones, con imágenes de especial valor artístico, son presenciadas en muchas ciudades y pueblos por gran cantidad de fieles devotos y turistas.
Pero donde se celebra el aspecto litúrgico de la fe de la Semana Santa es en las iglesias, en cuyos actos se ahonda en el misterio de la muerte y resurrección del Señor. Las funciones litúrgicas del Misterio Pascual se viven más desde una religiosidad de fe teológica y no tanto popular, lo cual hace que la asistencia a los templos sea minoritaria.
En la Semana Santa no se rememoran solo los misterios de la pasión y muerte de Jesús, sino en la medida que son el paso para la Resurrección. La muerte y la resurrección de Cristo constituyen juntamente la Pascua, que significa Paso del Señor (Hijo de Dios que, encarnado, realiza la redención por la muerte y resurrección y vuelve al Padre).
En los ambientes más populares de nuestra cultura occidental secularizada, no se le da al hecho de la Pascua la trascendencia que tiene el acontecimiento de la Resurrección.
Los residentes de la que preferimos llamar nuestra Casa, siguen la Semana Santa de una manera totalmente libre. Los que pueden participan en los oficios litúrgicos de nuestra parroquia, de la que forma parte, incluso físicamente, nuestra Residencia. Los oficios y procesiones emitidos por la televisión cada cual puede seguirlos desde su habitación o en el salón. Es tradicional, en un ambiente de alegría y satisfacción, con la amena catequesis preparatoria, ofrecer el martes de esta semana el sacramento de la unción de enfermosa todos los residentes que lo deseen.
El sentido de la Semana Santa en los residentes radica en lo que más o menos conscientemente se vive en la vida de cada día. Sobre todo ese sentido está en la realidad profunda de la Pascua, que es muerte y resurrección de Cristo. Celebrar la Pascua, en el misterio de Jesús, es vivir en la conciencia y en la experiencia lo que la naturaleza expresa en un permanente milagro de muerte y vida. Sobre todo es saber caminar, como hizo Jesús, hacia nuestra propia hora; aspirar a ella, como aspiró Jesús, haciendo de ese momento el más importante y glorificador de toda la existencia, el momento que resuma y dé sentido a todas las limitaciones, sufrimientos y gozos, muertes y resurrecciones del diario vivir alimentado por el amor.
Así, en aquella hora, nuestra Hora, las puertas del designio de amor de Dios se nos abrirán de par en par en una gloria como la suya: será nuestra resurrección en Cristo resucitad y glorificado.
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